Por Ollantay Itzamná
Un presidente (acosado y solitario) que decreta disolución del Congreso de la República (sin consumar), un Congreso de la República (con 96% de desaprobación popular) que destituye al presidente de la República, un Ministerio Público y Policía Nacional, sin mediar orden judicial, ni flagrancia alguna, que detienen y encarcelan al presidente de la República cuyo mandato apenas transcurría un tercio del total del período constitucional.
Y lo más vergonzoso, la maquinaria cultural limeña haciendo de esta escandalosa chacota un espectáculo mediático: “A la horca al indio golpista. Estamos salvando la democracia. Loas a nuestros valientes congresistas y a la nueva presidenta de la República (cuyo mérito fue abandonar al barco y al capitán que lo llevó a la vicepresidencia)”.