Por GT | LINyM
El pasado 2 de marzo, en el marco del séptimo aniversario del asesinato de la lideresa indígena y luchadora social hondureña Berta Cáceres, su hija menor, Laura Zúniga Cáceres, tomó la palabra desde la tarima en el Centro de Encuentros y Amistades "Utopía", en la ciudad de La Esperanza, y recordó a su mamá, su lucha, su ejemplo, su herencia, su todo.
Aquí dejo la transcripción de sus palabras, fuertes, intensas y dulces al mismo tiempo.
"Ayer pensaba que ya son siete años y volvemos a este espacio, a la Utopía, que fue el primer lugar en el que nos encontramos para recoger fuerzas después de este crimen que nos ha dolido tanto.
Hay muchas cosas que se atraviesan en la garganta cuando pensamos que hace siete años estábamos destruidas y descorazonadas. La conciencia y el alma se dispersaron de tal forma que todavía no logran volver.
Hay muchas cosas que se atraviesan cuando siento el dolor igual al de aquel día, y levanto la mirada y aunque me sienta tan huérfana, tan sin madre, y aun con todo ese peso, encuentro sus ojos en todas partes.
Gentes, compas, las copinas y los copines guardando su historia, que es la mía, que es la nuestra.Aunque no hay consuelo para esta pérdida, ni alivio para esta indignación, comprenderme inmersa en este colectivo enorme que guarda la lucha de mi madre, el amor de mi madre, el alma de mi madre, me hace comprender que esta vida, su vida, se ha plasmado para siempre en esta tierra.
Y aunque nos quieran vender el cuento de la reconciliación y aunque muchas veces se pretende construir símbolos sin afrontar la enorme tarea de la justicia, vamos a seguir recordando que hay un sistema extractivo que ha propiciado su asesinato.
Que hay personas, con nombres y apellidos, que participaron en este asesinato, que buscaron beneficiarse y que, a siete años de su asesinato, nosotros y nosotras hemos venido peleando y enfrentando un sistema de justicia racista y patriarcal que ha intentado expulsarnos, y seguimos defendiendo la vida.
Y aunque Jacobo Atala se reúna con la presidenta, y aunque Ficohsa firme contratos con la ONU, eso no nos hace retroceder en que ellos son los asesinos.
Sabemos que estamos en otro contexto, y que hemos logrado propiciar diálogos, pero no vamos a dejar de nombrar las cosas que deben ser nombradas.
A siete años del asesinato de mi mami, de Berta Cáceres, recuerdo que Berta, mi madre, mi mami, era la lucha andando con todas las opresiones encima, cargando en la espalda los dolores que este sistema les impone a los pobres, a los indígenas pobres, a las indígenas mujeres pobres.
Berta, capaz de indignarse ante cada una de las injusticias del mundo, se rebela ante ellas y lucha en su contra. Por eso logró una integralidad en su pensamiento, logró entender que el capitalismo, el patriarcado y el racismo se combaten juntos.
Recuerdo, como si lo hubiese vivido, a la niña pelo largo, con dolor de muelas, que llevaba escondida las cartas con la información que aportaría a la lucha en Centroamérica, específicamente a la lucha en El Salvador, allá por la década de los 70.
También recuerdo a la jovencita buscando trabajo en la maquila, trabajo que le fue negado por el hecho de estar embarazada.
La recuerdo casi niña, embarazada, en un barrio marginal de una ciudad desconocida, aportando a la lucha como podía. El capitalismo se expresó en su plenitud.
Recuerdo también a la mujer que decidió no tener más hijas, pero el sistema le dijo que no podía decidir sobre su cuerpo y que debía volver a parir. El patriarcado se hizo presente.
La recuerdo con un brazo morado, ese recuerdo sí lo viví, la policía la había golpeado. Los y las indígenas no tienen derecho de luchar por sus tierras. El racismo se manifestó.
La recuerdo fuerte, potente, inmensa, infinita, luchando contra los megaproyectos que se apoderan de los territorios indígenas Lencas, contra los golpeadores y agresores de mujeres, luchando contra los gobiernos corruptos, contra golpes de Estado, solidarizándose con quien lo necesitara.
La recuerdo de tantas maneras, sin miedo, riéndose, bromeando, humana, acorralando a todos los que la quieren detener.
Este país tan golpeado, con bases militares gringas, con el 30% del territorio concesionado a empresas transnacionales que se apoderan de los territorios ancestrales, con proyectos como las Zede, que son las nuevas formas de colonialismo, con la venta del oxígeno, las RED+ que son la privatización de los bosques, con los índices más altos de pobreza, violencia, femicidio.
A este país el dolor le llueve rabia porque nos han robado los brazos de Berta. Me han robado los brazos de mi mami.
Este país donde la humanidad misma se rehúsa a resignarse a este asesinato, porque por este país luchaba Berta Cáceres, porque la mamá luchaba por el mundo.
Se apasionó por su tierra donde está su pueblo Lenca, sus raíces y se horrorizó con la forma siniestra y violenta con la que el imperialismo actúa aquí, con los experimentos que realiza.
La mama, mi compañera de lucha Berta Cáceres era un estorbo para el sistema, porque su claridad política, el crecimiento constante de sus discursos y construcciones no permitiría moverse con libertad al extractivismo explotador, al capitalismo saqueador, al racismo esclavista, al patriarcado violento, al imperialismo asesino.
Ella, la mama, la doña, la comandanta, mi mami, Berta Cáceres, con todas las opresiones encima se rebela a la muerte, se mete dentro del corazón de un pueblo que no tiene fronteras.
Berta se ha multiplicado y no hay asesino que la pueda matar. Berta la multiplicada, Berta la semilla, Berta sembrada, Berta eterna, Berta inmensa, mami infinita: ya nos lo dijo el río, vamos a triunfar
Berta vive y vive, la lucha sigue y sigue".
(2 de marzo 2023)