Por Giorgio Trucchi | Rel UITA
Agroindustrial Piñas del Bosque S.A. – Finca Muelle, subsidiaria en Costa Rica de Standard Fruit Company | Dole, viene implementando una sistemática política antisindical, utilizando varios artificios y recurriendo a actores coludidos con dichas prácticas. La Escuela Social Juan XXIII es uno de ellos.
La Escuela Social Juan XXIII es una institución de la iglesia católica. Entre sus actividades cuenta con brindar asesoría a las empresas, fomentando “la colaboración obrero-patronal y contribuyendo con la paz social del país”. En pocas palabras, promoviendo el “solidarismo”.
Para quienes no lo saben, el solidarismo nació justamente en Costa Rica como forma organizativa para contrarrestar, debilitar y aniquilar al sindicalismo.
Es fomentado por el mismo patrono a través de la constitución de comités permanentes, rehuyendo de la negociación colectiva y firmando insignificantes (para los trabajadores) arreglos directos.
En el caso de Dole en Costa Rica, la Juan XXIII brinda asesoría en todas sus fincas de piñas y bananos.
Más artimañas
La semana pasada, el Sindicato Nacional de Trabajadores de la Agroindustria y Afines (Sinatraa) se percató que en Agroindustrial Piñas del Bosque – Finca Muelle se iba a conformar un nuevo comité permanente.
Cuando fueron a investigar descubrieron que el antiguo comité se había disuelto, y que un miembro de la Escuela Social Juan XXIII estaba visitando cada departamento (área) para organizar la formación de un nuevo comité.
Finalmente, la asamblea constitutiva se programó para el 10 de agosto y se llevó a cabo en tres tramos y en diferentes horarios.
“Todo era muy raro. No había un conflicto colectivo de carácter económico y social que justificara la creación del nuevo comité. Tampoco había un pliego de peticiones y la asamblea iba a ser promovida y dirigida por un actor externo”, dijo a La Rel Obeth Morales, secretario general del Sinatraa.
“De inmediato comunicamos nuestra inconformidad a la empresa. Nunca nos respondió. Pedimos permiso sindical para participar y, como siempre, nos lo negaron. Todo esto mientras y acondicionaba el lugar de la asamblea y paraba la producción para que los trabajadores pudiesen participar. Además, ¿quién pagó a los personeros de la Juan XXIII?”, se preguntó Morales.
No se necesita ser un genio para entender que Dole tenía interés directo en la constitución del nuevo comité que, como de costumbre, responde a los intereses de la patronal y no a los del trabajador.
Juan XXIII, ¿escuela de qué?
Pese a que les negaron el permiso, Obeth Morales y otros directivos sindicales decidieron presenciar la asamblea. Otros trabajadores trajeron pancartas contra la “intrusión” de la Escuela Juan XXIII.
“Fue horrible. Los personeros de la Juan XXIII dirigiendo la asamblea, impidiéndome hablar o quitándome la palabra mientras me dirigía a los trabajadores. Además, pretendían hacerles firmar un papel como si fuera el de la asistencia, mientras que era la lista que se iba a juntar al acta para la sucesiva constitución del comité permanente”, explicó el directivo sindical.
Pero lo peor fue cuando la gente de la Juan XXIII avisó a todos los presentes que la empresa iba a pagar el día de trabajo solamente a aquellos que firmaban.
A pesar del chantaje, casi 200 trabajadores decidieron no firmar, aproximadamente un tercio del total.
“Vamos a impugnar la creación del comité permanente. Fraccionaron la asamblea y nunca se alcanzó el cuórum. Y no existía conflicto colectivo, ni pliego de peticiones”, dijo Morales.
“Tampoco es legal la intervención de la Juan XXIII, que evidentemente tiene una relación directa con el patrono, ni la forma amañada con que hicieron firmar la hoja a los trabajadores. Esto es un fraude de ley”, sentenció.
Y remarcó que los trabajadores seguirán “firmes, unidos, contando con el apoyo y la solidaridad nacional e internacional”.
“Esto los trabajadores lo tienen muy claro”, concluyó.
Fuente: Rel UITA